Llegamos al cine, la película que
me interesaba ver, no está en el horario que nos vendría bien, decidimos no ver
ninguna.
—¿Y ahora, qué
hacemos? —Pregunta Sara, agarrándome del brazo y apretujándose hacia mí.
—¿Sabes lo que se
me acaba de pasar por la cabeza?
—Qué.
—¿Te gustan los
animales?
—Claro, ¿a quién
no?
—Hay mucha gente
que los detesta, lo cual no puedo entender, pero bueno… ¿Quieres que vayamos al
Oceanográfico?
—Oh, eso sería
estupendo. Todavía no he estado. Me han dicho que es una maravilla.
—Sí, lo es. No se
hable más. ¡Vamos!
—Sí, —contesta ella
con una gran sonrisa, indicando que mi idea, ha sido perfecta para este
momento.
Cogemos un taxi,
nos acerca hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El puente L´Assut de l´Or, se alza magistral, proyectando su inmensa sombra en derredor.
A punto de llegar al Oceanográfico, noto el móvil vibrar en el bolsillo, lo
saco. Es Sandra:
Sandra Rodríguez
En línea
Sandra, querida 8:48
He tenido que irme,
tenía
algunas cosas que
hacer 8:49
Ayer lo pasé genial
contigo 8:49
El lunes te veo 8:50
Muchos besos 8:50
Muaaaa 8:50
Maxi, guapo 17:11
Ya imaginaba que al
despertar, no estarías.
No te preocupes 17:11
Además, había
quedado con Carlos hoy,
no me interesaba
que te quedaras 17:12
Jejejejeje, perdona
mi egoísmo
pero, ya sabes lo
que me gusta ese chico
y también sabes,
que entre tú y yo,
no puede haber nada
17:13
Ahora mismo estoy
con él 17:13
Acaba de ir al baño
y he aprovechado
para escribirte 17:14
Jajajajajajajajajjajaja
17:14
Qué tía 17:14
Me quedo más
tranquilo
sabiendo que no soy
nada
para ti 17:15
Pero la verdad es
que
me da exactamente
igual,
yo estoy con Sara,
así que… en paz 17:16
—¿Con quién hablas
tanto? —Pregunta Sara.
—Con una amiga,
enseguida me despido de ella, no te preocupes.
—No, tranquilo, por
mí no te cortes, ¿eh?
—De acuerdo, pero
es que, no es nada importante. No ha de durar demasiado esta conversación.
—Muy bien, de todos
modos, qué atento eres, me gusta, sí.
—Y tú, qué preciosa
y respetuosa, me gusta también, sí, sí.
Sonríe y gira la
vista hacia la ventana, indicándome que no ha de interferir más en mi
conversación privada de whats app. El
coche para y bajamos de él, miro de nuevo el móvil para terminar la
conversación con Sandra.
Y luego me dices a mí 17:16
Vaya, eso es lo que tenías que
hacer hoy, ¿no? 17:16
Canalla jajajajaja 17:17
Bueno, te dejo, que viene 17:17
El lunes nos contamos, besossss 17:17
Muaksss 17:18
Vale, guapa 17:22
Yo también te dejo,
el lunes hablamos 17:22
Un beso 17:22
Muaa 17:23
Guardo el teléfono,
Sara me agarra del brazo. Compramos las entradas. Esta vez sí me ha dejado
invitarla. Caminamos hacia el interior de las instalaciones. Primero, el
espectáculo de delfines, casualmente, o quizá por su belleza, llaman a Sara
como voluntaria en uno de los números del espectáculo; consiste en dar pescado
y acariciar a los delfines después de que hagan sus acrobacias. Ella me mira y
sonríe prominentemente desde la orilla de la piscina, momento que aprovecho
para sacar el móvil y tomar unas cuantas fotos, <<seguro que le
gustan>>, pienso. Después, vamos al interior, a los túneles de los
acuarios, donde se pueden ver tiburones delante de ti, como si estuvieses
nadando con ellos. Sara está impresionada, yo, es la segunda vez que vengo y no
dejo de alucinar tampoco. Luego, pasamos por los pingüinos y después por las
focas y leones marinos. La tarde está yendo genial, Sara no deja de darme las
gracias por haberla traído aquí. No hace falta que me lo agradezca, si alguien
está agradecido, soy yo, con su sola presencia y compañía. Me siento afortunado
de que esa mujer con la que soñaba desde hacía semanas, esté aquí, conmigo, y
me haya propuesto pasar el fin de semana juntos. Parece un sueño hecho
realidad, estas cosas no suelen pasar en la vida real, pero a mí me está
pasando. Eso me hace pensar que, al fin, parece que voy a tener suerte con una
mujer. Su humildad, su educación, su saber estar, su voz, sus ojos, su aroma,
su cuerpo, toda ella es perfecta para mí; la mujer que siempre hubiese querido
tener a mi lado. Por eso, no puedo apartar mis ojos de ella. Cada vez que la
miro es como un soplo de felicidad invadiendo mi ser. Su sonrisa me hace caer
en un agujero de complicidad y alegría del que no puedo ni quiero salir.
—Valentín, mira
eso, —me dice Sara, señalándome un extraño pez aplanado y grande que pasa en
ese momento.
—Sí, bonita. Es un
pez luna. Ha salido para ti, como la luna sale para las estrellas cada noche.
Es un pez muy raro de ver en libertad.
—Oh… Qué apuesto
galán eres. ¿Siempre tienes piropos tan ingeniosos a punto? —Contesta,
acariciándome la mejilla.
—Para ti, puedo
tener los mejores halagos que hayan nacido de un hombre hacia una mujer, eso es
lo que me inspiras. No con todas las mujeres me salen así, sólo con las que me
importan de verdad.
—¿Entonces yo te
importo? O, mejor, ¿tienes otras que no te importan?
—Mujer, no te diré
que no tengo alguna interesada que otra, pero la verdad es que, ninguna ha
demostrado ser la mujer que yo necesito.
—¿Y yo sí?
—Tú… bueno… vas por
buen camino, pero no te confíes. A veces puedo ser un poco raro en estos temas,
un día estoy ahí para ti y al día siguiente, me he desencantado. En tus manos
está.
—No te preocupes.
Voy a hacer que seas el hombre más feliz del mundo, te lo garantizo, —y me
planta un beso en los labios que no puedo ni quiero evitar; un beso lento,
carnoso, sensual y atrevido. Toda una demostración de intenciones por parte de
esta chica tan sorprendente a la vez que desconcertante.
—Vaya, esto sí que
es demostrar y lo demás, estupideces, —le susurro, algo asombrado a la vez que
encantado.
—Pues esto es sólo
el principio. Espera que tengamos más confianza. Entonces sabrás que soy la
mujer que quieres para siempre, contesta, confiada y pícara.
—Vaya… eso es muy
difícil de conseguir, ¿eh? Ojalá sea así, no me importaría, —replico,
intentando hacerle saber, que sigo sin ser un facilón, aunque me está costando.
Ella parece manejar todas las situaciones.
—Estoy totalmente
segura de que pensarás eso después de un tiempo conociéndome, —añade, en tono
serio, pero dejando asomar una leve sonrisa al final.
—Espero, muñeca,
espero. Eso sería la leche.
—Lo será, cielo,
lo será.
Después de esa
interesante charla y ese primer beso por sorpresa, salimos del Oceanográfico.
Ahora sólo pienso en ir a casa con ella. Cenaremos cualquier cosa. Se lo
propongo, acepta sin vacilar, llamamos un taxi y nos ponemos en camino. El día
no podía haber sido más perfecto, pero la noche… la noche promete mucho más
aún, por suerte para mí.
Descarga esta novela completa aquí: http://www.amazon.es/Perfume-Jos%C3%A9-Lorente-ebook/dp/B00KCPSANC/ref=sr_1_5?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1400244644&sr=1-5&keywords=perfume
No olvides que puedes
suscribirte al blog para estar al día de nuevas publicaciones, clicando en el
botón azul de la esquina superior derecha "participar en este sitio"
y validando con tu cuenta de Google. Si te ha gustado lo que has leído, puedes
compartirlo con tus amigos y dejar tu comentario, siempre es de agradecer y me
ayudarás a crecer. Muchísimas gracias por tu visita y por leer mis historias.
Saludos.
José Lorente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario