No era, sino un
fragmento helado, dando pasos errantes en la nieve. El sol corría bajo en el
horizonte, incapaz de calentar aquel dolorido cuerpo. Un paso algo más pesado
que el anterior, provocó que el hielo se resquebrajase bajo sus pies, cayendo
vertiginosamente y chocando contra las paredes; un accidente que le dejó
inconsciente del todo.
Al abrir los ojos
, lo primero que recordó fueron las
palabras de su padre: —Hijo mío, en la nieve, cuando hay un montículo algo más
abultado que todo lo demás, debemos evitar pisarlo, podrías ser engullido por el
suelo en cuestión de segundos—. Sus años de experiencia no habían servido para
evitar caer; estaba allí, solo, con miedo e incapaz de moverse, la muerte le rondaba
de cerca. Pero, algo contrario a su situación parecía suceder. No sentía ese
frío doloroso de antes de quedar inconsciente, el miedo fue transformándose en
una sensación de equilibrio mental y físico que le permitió levantarse sin
problema. Estaba en una cavidad de hielo, los colores azules y blancos predominaban
por todas partes. La galería estaba llena de túneles que conducían a algún
lugar en el interior de aquel bloque gigante helado. Avanzó sigilosamente por uno
de ellos, de su respiración manaba vaho a raudales, pero no sentía ni pizca de frío.
Podía andar fácilmente. Avanzó y avanzó hasta llegar a un lugar oscuro,
caliente, allí el hielo se fundía en agua que goteaba por todas partes, un aire
pegajoso y cálido salía del interior. Se detuvo en aquel lugar extraño. Notaba
como su cuerpo pesaba menos que antes, era como si la gravedad fuese menor y
pudiera casi volar de un salto. Saltó y comprobó que podía alcanzar una gran
altura con ello. Estaba fascinado al mismo tiempo que extrañado. De la pared
salió un ser espectral, se le plantó delante y con voz ronca y hueca le dijo:
—Nada de esto has podido ver. Tú no vives aquí, tu
lugar está allí. No recordarás nada. No has visto nada. Debes volver y crecer,
crecer más y mejor. Debes cumplir tu
cometido en la vida que te ha tocado, debes vivir para morir cuando te llegue
el momento.
—Pero, ¿esto qué es? ¿Dónde estoy?
—Tus preguntas son equivocadas. No tienen respuesta.
Deberías preguntarte otras cosas.
—¿Cosas? ¿Cómo qué?
—Como si has resuelto las cosas que te quedan por
hacer o si has visto crecer a tus hijos. Esas son las preguntas que debes
realizarte aquí y ahora. Lo demás no importa.
—Es cierto. Mis hijos me necesitan. No puedo
quedarme aquí mucho más tiempo. Debo solucionar los problemas que hay en casa.
Mi mujer me necesita también. ¿Cómo puedo salir de aquí?
—No lo sabes, pero ya has salido.
De repente, volvió a encontrarse delante del
montículo de nieve propenso a romperse. El frío había vuelto a su cuerpo
impidiéndole avanzar con facilidad. Se quedó quieto, pensando en la visión que
acababa de tener. Según
los ancianos más expertos, el aire helado provocaba ese tipo de visiones a veces. —Ha sido tan real, ha sido como un aviso. Debo comprobarlo, ---pensó—.
Como pudo, sacó una de sus cantimploras vacías de la mochila y la lanzó hacia
el montículo; aquello se resquebrajó y cayeron trozos de hielo y nieve, dejando
en su lugar un agujero en el suelo. No podía creer lo que estaba viendo. Algo
le había alertado de aquel peligro, que sin duda, hubiera sido el final de sus
días. Pero su familia lo esperaba en casa para cenar y no podía perecer allí.
Sacó fuerzas de donde pudo y con sus doloridas articulaciones avanzó y avanzó,
intentando llegar a casa.
Un pitido largo, agudo y estruendoso comenzó a sonar
a poca distancia de él. Se giró y vio unas aves extrañas volando en círculos. Lanzaban
silbidos penetrantes, una y otra vez, una y otra vez, como intentando
prevenirle de algo. En milésimas de segundo, todo se volvió oscuro, los pájaros
fueron desapareciendo pero no sus graznidos. Miró a su lado; el reloj despertador sonaba como las
raras aves a las 6:00 de la mañana, la hora de irse a trabajar.
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Podríamos llamarlo intuición, o tal vez una predicción de aquello que puede pasar ahora mismo, o en un tiempo futuro, pero de alguna forma en más de una ocasión sentir algo así nos puede librar de una buena y este ha sido el caso esta vez. Me gustó.
ResponderEliminarQuizá el sueño le avisa de algún peligro cercano, FG. Es tan complejo nuestro subconsciente, no sabemos nada... Me alegro que te haya gustado. Muchísimas gracias por leer. Un besoooo!!!! :D
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