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miércoles, 5 de marzo de 2014

Terrible suceso, el milagro de la salvación

Hoy no voy a escribir ninguna historia de ficción como es habitual en mí, no. Hoy voy a describir el terrible suceso que tuvo lugar ayer, 4 de marzo de 2014, en la carretera que va desde la localidad valenciana de Dos Aguas al pueblo de Buñol.


Ayer por la mañana, una de mis hermanas me despertaba llamándome al móvil, informándome de una terrible noticia. El autobús escolar que lleva a los alumnos de secundaria de Millares y Dos Aguas al centro de estudios de Buñol, circulaba pasadas las 7 de la mañana, por esa angosta carretera de montaña cuando, inexplicablemente, se salió de la vía, cayendo por un barranco a más de veinte metros de profundidad, dando dos vueltas de campana. Los 21 alumnos que viajaban en él, incluida mi sobrina, sufrieron un terrible accidente: “Empecé a dar vueltas por los asientos, chocándome por todas partes, los gritos se escuchaban mientras el autobús daba vueltas”. Esas fueron las palabras de mi sobrina, cuando afortunadamente, me contaba el suceso horas después.


Milagrosamente, nadie tuvo que lamentar la pérdida de ninguno de sus hijos, nadie murió, y eso sólo puede ser gracias a alguna fuerza divina que impidió la tragedia absoluta, aquella que podría haber dejado a dos poblaciones de menos de 500 habitantes cada una, sin esos 21 niños, que son los que llenan de alegría esos pequeños pueblos. Y más si tenemos en cuenta que, desde seis meses atrás, mi pueblo, Millares, ha sufrido la pérdida de dos niños en muy traumáticas circunstancias, uno de 16 y otro de 8 años.


Hoy, a todos los familiares de los chicos que viajaban en ese vehículo, sólo nos queda dar las gracias a cualquiera que fuese la causa por la cual salvaron sus vidas. Sólo podemos estar felices de poder escuchar sus palabras una vez más, unas palabras marcadas por un tremendo shock, que todavía les tiene traumatizados. Desde aquí todo mi apoyo, respeto y solidaridad con todos los familiares de los que han quedado heridos de más gravedad, dándoles todo mi ánimo y deseando que esos niños sanen cuanto antes.




miércoles, 26 de febrero de 2014

La niña que pensaba en marionetas

En el pequeño teatro, de una pequeña localidad, de un gran país, tenía lugar un espectáculo de muñecos de trapo. Lucía, una niña de seis años, estaba sentada entre el público, observando embebida aquel curioso espectáculo.


    Las marionetas bailaban, gritaban, lloraban, reían, <<¿cómo es posible que puedan hacer todo eso? Si son de trapo>>, pensaba Lucía con la boca abierta.


    Después de la función, volvió a su casa, de la mano de su inseparable madre. Al llegar quiso saber más sobre lo que había visto.


    —Mamá, ¿cómo pueden hablar unos muñecos?


    —Es la magia del teatro, hija. Allí, todo es posible.


    —Pero, ¿por qué mis muñecas no hablan?


    —Porque no están en el teatro.


    Lucía se quedó meditando largo rato; quería que sus muñecas hablaran e hicieran todo lo que había visto en el teatro. Se fue a jugar con ellas, pero nunca cobraron vida. Les recreó un mini teatro, pero aquellas siguieron sin hacer nada. Lucía se enfadaba cada vez que sus muñecas no cobraban vida. Hasta que un día, el milagro ocurrió, después de dos años tratando de recrear el ambiente exacto al del teatro, las muñecas al fin despertaron de su letargo y comenzaron a hablar con