miércoles, 28 de agosto de 2013

Pequeño logro, felicidad completa

Cuando aquel niño salió del portal, rebosante de felicidad, con su bicicleta destartalada, sus ropas sucias y gritándole a su hermana mayor, (que miraba desde aquel balcón, que no tenía más elementos que varias plantas colgantes y una pequeña jaula con un jilguero)…:


    —¡Mírame, Aroa! ¡Mira, corre! Verás cómo he aprendido a pedalear solo.


    …comprendí que no hacen falta grandes posesiones para ser completamente feliz, aunque sea durante unos pocos minutos y que, sin ser niño, se pueden buscar esos pequeños grandes momentos sin apenas esforzarse; sólo hay que saber verlos y darles el valor correspondiente.

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