miércoles, 18 de septiembre de 2013

Su razón de existir

Y cuentan que en los días de lluvia, se la podía ver apoyada en el árbol que la vio crecer. Derramaba sus lágrimas mirando al mar, con la mano en el pecho. Gritaba el nombre de su amado difunto hasta el atardecer...


    Un día, caminaba lenta por la orilla del río que desemboca en ese océano. Sentía el caer de las hojas de los árboles a su alrededor. Un misterioso hilo de luz se abrió paso a través de unas ramas desnudas, golpeó en uno de sus ojos obligándole a cerrarlo y sacudir su rostro bruscamente. Cuando consiguió abrir de nuevo sus párpados, allí estaba él, lejos pero cerca a la vez. Parecía que el sol brillaba más fuerte a su alrededor. Tenía la mirada de un niño que está en paz. Podía leer en sus ojos la intención de llevarla con él al otro lado. Sin dudarlo, caminó hasta alcanzarle. Su familia la buscó y ya nunca la encontró, pero se dice que en los días luminosos donde el sol brilla fuerte, se les puede ver abrazados mirando al río.

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